Estás bien?
Si
Entonces decídelo a tu cara.
¿Si alguna vez te hicieron la broma anterior, sabrás que más allá de la imagen que queremos proyectar, la comunicación no verbal y los metamensajes comunican más que las palabras.
Algo así le sucedió a Adrián y lo llevó a una conversación de coaching.
Situación
Adrián es Gerente Financiero en una pyme textil. Es una persona sumamente orientada a detalles, que no le agradan nada los riesgos y algo introvertido.
La mayor parte del día de trabajo lo pasa en su oficina con la puerta cerrada. Según él mismo dice, que porque se concentra mejor en su trabajo.
Tiene dos personas a su cargo y prefiere ser él quien tome las decisiones. Por lo que las personas a su cargo se concentran en cumplir sus sus directivas.
La mayor parte del tiempo Adrián está serio y también malhumorado. Habla lo mínimo indispensable porque siempre está muy ocupado en temas impostergables. Por eso sus colaboradores prefieren no interrumpirlo.
Esto le trae varios problemas frecuentes, principalmente:
- Los colaboradores no conocen por objetivos, ni las expectativas de su jefe. Y por consiguiente no se responsabilizan por los resultados.
- Cuando cometen errores o incumplen compromisos prefieren no exponerse, además no se hacen cargo y se excusan.
- Las personas no sienten que Adrián confía en ellos y los apoya, predominan el individualismo y las decisiones de corto plazo.
Resumen de la conversación
– Estoy teniendo un problema con mi equipo.
– ¿Cómo describís al problema?
– Yo creo que es un problema de compromiso.
– ¿A qué llamas vos un problema de compromiso?
– Me refiero a que la gente no está comprometida con el trabajo. Las dos personas a mi cargo ya conocen su trabajo, son siempre las mismas rutinas y aún así siguen cometiendo errores.
– Antes que me preguntes te respondo. Les doy una tarea, les pregunto si hay dudas, me dicen que no y que todo está claro. Sin embargo después hacen cualquier cosa. Además cuando indagó en qué pasó me responden cualquier pavada. ¡Encima me toman de tonto!
– ¿Tu equipo tiene objetivos grupales e individuales?
– No, no. Si no pueden trabajar así ni me los imagino trabajando por objetivos.
– ¿Les das feedback de desempeño?
– Si, claro
– ¿Con qué frecuencia?
– Cada vez que cometen errores los corrijo.
– ¿Hacen reuniones de equipo?
– No, no creo en las reuniones. Son una pérdida de tiempo. Primero que nada, les propongo una reunión de una hora y termina durando una hora y media. Además después los compromisos no se cumplen. Si no les doy seguimiento yo, no pasa nada.
– Adrián, ¿Quién es el responsable por el trabajo y los resultados del equipo?
– ¡Yo, por supuesto!
– Y como líder del equipo, ¿Te parece lógico que vos seas la víctima en esta historia?
Adrián se detuvo quedó callado.
– ¿Cómo podemos redefinir el problema para que vos seas el protagonista y no la víctima?
– Es que no sé cómo abordar la falta de resultados positivos de mi equipo.
– ¡Muy bien Adrián! Al menos ahora tenes disponible una acción de tu parte. Si no sabes, podes aprender.
– No me parece un gran avance.
– ¿Acaso no decís que cuando le preguntas a tu equipo si tienen dudas ellos te responden que no? ¿Te serviría que ellos te expongan sus dudas?
– Claro que si! Al menos podría anticiparme a los errores.
– Así es.
– Pero si yo lo pregunto, ¿Por qué no me dicen que no están entendiendo?
– Tal vez ya te lo están diciendo.
– ¿Cómo?
– ¿Notas alguna incoherencia entre lo que dicen y cómo se comportan?
– Si, yo los noto nerviosos, incómodos. Eso me enoja, parecen chicos.
– De qué manera vos estás ayudando a incomodarlos y ponerlos nerviosos?
Adrián sonríe y mira al piso.
– A veces soy muy impaciente.
– ¿Cómo actúas cuando estás impaciente?
– Me pongo serio, interrumpo, resoplo, hablo en un tono de voz más alto…
– Cuando actúas así, ¿Te parece que los demás tendrán ganas de hacerte preguntas o de decir no entiendo?
– No.
– Los líderes son responsables por el ambiente de trabajo que crean. Si el ambiente invita a preguntar, aprender, crear y a actuar sin miedo a tener consecuencias por los errores, se generan espacios propicios al compromiso.
El ambiente de trabajo no solo se diseña y se modela con nuestro discurso, sino sobre todo con nuestro comportamiento y nuestra comunicación no verbal.
¿Qué ambiente estás generando cuando trabajas en tu oficina con la puerta cerrada? ¿O cuando la gente te ve frecuentemente enojado o malhumorado, cuando no compartis ni conoces nada de tu vida con tu equipo, ni escuchas sus inquietudes personales?
– No lo había pensado desde este punto de vista.
– Entonces Adrián, ¿Qué podes hacer desde tus posibilidades para generar un ambiente de trabajo más productivo?
Resumen de la conversación
– De ahora en más voy a trabajar con la puerta de la oficina abierta, a menos que haya alguna razón de verdadera confidencialidad.
– Voy a relanzar las reuniones, pero les voy a dar el protagonismo a mis colaboradores.
– Voy a proponerles hacer una vez al mes un after office para que nos conozcamos más.
– Si estoy preocupado por algo, voy a compartirles que me pasa, así no se hacen una idea equivocada.
– Además voy a probar con poner objetivos en equipo, así todos compartimos la responsabilidad por los resultados y la gente no se siente al margen.
Excelente Ardían, recorda que los cambios tienen que ir de a poco para que las personas puedan asimilarlos.
Te sentiste identificado /a con el caso de Adrián? Te leo en los comentarios.
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