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¿Qué sabes de la confianza?
La confianza es un juicio subjetivo que hacemos acerca de nosotros mismos y de otras personas en base a un conjunto de observaciones de su conducta. Para juzgar la confianza en alguien más, nos basamos en nuestros valores, creencias, saberes y experiencias personales con esa misma persona o con otras.
Hoy se sabe además que la confianza también tiene una raíz neurológica. Las investigaciones con la oxitocina demuestran que esta hormona está directamente relacionada con las respuestas hacia la confianza.
Hay tres planos de la confianza en los que voy a puntualizar en este artículo: confianza intrapersonal (autoconfianza), confianza interpersonal (confianza en los demás) y confianza social. Veamos qué determina a cada una y cómo podemos desarrollarlas.
¿Es lo mismo autoconfianza que autoestima?
La autoestima es la valoración global que una persona tiene de sí misma. La autoconfianza es la valoración de uno mismo respecto a su propia capacidad para desempeñar una tarea y alcanzar un objetivo.
Por supuesto que ambas son competencias que están interrelacionadas y se potencian mutuamente. Ambas son importantes para la efectividad, el desarrollo y la satisfacción personal.
Al trabajar para cumplir las metas se deben superar los obstáculos que pueden ir surgiendo en el camino. Una autoconfianza alta permite sostener la motivación y superar estos obstáculos más fácilmente.
Cuatro aspectos de la autoconfianza
El psicólogo Albert Bandura sostiene que la autoconfianza de una persona está determinada por cuatro aspectos:
Los logros: la percepción que se tiene de los éxitos y los fracasos en las experiencias pasadas, así como la frecuencia con la que se presentan.
La trayectoria: que influye especialmente en aquellas situaciones en las que la persona tiene una experiencia considerable para realizar una tarea.
La persuasión verbal: los juicios que realizamos al apreciar una situación.
El estado fisiológico del individuo: la experiencia física sensorial y los estados emocionales. Estos aspectos influyen en cómo una persona interpreta una situación.
Como aumentar la autoconfianza
1 – Gestionar la autoconfianza
Lograr un sano nivel de autoconfianza requiere desarrollar dos habilidades: saber evaluar el nivel de autoconfianza, y disponer de estrategias para su autorregulación.
De igual forma que una autoconfianza muy baja puede ser un problema, también lo sería el exceso de la misma. La clave es no perder las referencias de la realidad.
2 – Analizar las posibilidades
Inmediatamente, al sentir que tu autoconfianza decae, considera la cuestión desde una mirada neutral y piensa en las opciones disponibles. No te detengas ahí y pone tu imaginación a crear nuevas posibilidades.
Adopta la posición de la mosca en la pared, que representa la idea de neutralidad emocional y valorativa desde donde mirar un problema, una decisión o una situación y evaluar el comportamiento pasado y las opciones del futuro.
Concéntrate en crear suficientes soluciones, después habrá tiempo para evaluarlos.
3 – Limitar los pensamientos negativos
¿Qué pensamientos debilitan tus niveles de autoconfianza? Adoptar una imagen personal positiva de sí mismo no tiene nada que ver con la objetividad. Dado que no se puede ser objetivo consigo mismo, se trata de tener una autoimagen que resulte efectiva.
Siempre que la autocrítica es sana puede funcionar, pero tampoco está mal recurrir conscientemente a la percepción y atención selectiva, para así enfocarse en los pensamientos positivos que se necesitan para motivarse y creer en sí mismo.
4 – Cuidado con las comparaciones
Generalmente, al compararte con otras personas, lo haces con una imagen parcial y pública que esa persona te da. Pero, al fin y al cabo, una imagen no deja de ser una máscara que oculta el perfil complejo y contradictorio que tenemos todos.
Humaniza a las personas que te sirvan de referencia con sus virtudes y defectos, con aciertos y errores en su trayectoria. Las personas somos una obra de arte viva y en permanente construcción.
5 – No buscar la perfección, mejor aspirar a la excelencia
Buscar lo perfecto puede ser tóxico. Todos cometemos errores, por lo que si juzgamos un resultado basados en un ideal del mismo, cualquier error haría que las percepciones del resultado obtenido debilitaran la autoconfianza. La excelencia, en cambio, está relacionada con dar el máximo esfuerzo y mejorar de forma continua, por lo tanto la excelencia potencia la autoconfianza.
Confianza interpersonal
La confianza interpersonal posibilita las relaciones humanas satisfactorias y efectivas. Ya que siempre que las personas confían entre sí, la comunicación fluye y la relación es saludable.
Además, hay que tener en cuenta que la confianza supone un juicio de valor subjetivo y, por lo tanto relativo. Una persona podría ser confiable para alguien y a su vez no ser digna de confianza para alguien más.
El juicio de confianza está sustentado en cuatro “pilares”. Si alguno de los pilares es débil, todo el edificio de la confianza se cae. Los cuatro pilares se detallan a continuación:
1 – Sinceridad
Las personas sinceras son aquellas que dicen lo mismo en público que en privado. Visto desde otra perspectiva, la sinceridad es la coherencia en el pensar, decir y hacer.
Cabe destacar que no es lo mismo ser sincero que directo. Las personas sinceras lo expresan de forma que no resulte agresiva para los demás.
2 – Competencia
Se refiere al saber y al saber hacer de las personas sobre el tema específico en que se le requiere confianza.
No todos somos competentes para todo, todo el tiempo. De hecho, reconocer nuestra incompetencia podría hacernos más confiables que afirmar que sabemos todo.
3 – Credibilidad
Es la actitud relativa al cumplimiento de los compromisos. Es decir, si se asume un compromiso con otra persona, debemos cumplirlo en tiempo y forma y si no es posible cumplirlo, debemos hacernos cargo e informar a la otra parte acerca del problema y los cambios.
4 – Compromiso
Juzgo que una persona está comprometida conmigo cuando siento que esta comparte mi objetivo y se esforzará para ayudarme a conseguirlo.
De modo que decimos de alguien que «tiene puesta la camiseta de mi equipo», cuando se esfuerza por exceder los resultados que se esperan, sin bajar los brazos ante los obstáculos.
Confianza social
Uno de los principios básicos para poder crear un buen ambiente es tener en cuenta que las personas deben cooperar de manera voluntaria. Para crear una cultura de bienestar y confianza, las personas que forman parte de empresa deben desarrollar una motivación intrínseca que les motive a alcanzar los objetivos.
El Dr. Paul Zak trabajó en numerosos experimentos relacionados con la confianza y una molécula que se genera en el cerebro y en la sangre, la oxitocina. La sensación de confianza en otra persona genera oxitocina. Lo mismo podrá experimentar la otra persona y muy probablemente corresponderá en su comportamiento. Zak propone 8 factores para la construcción de una cultura organizacional basada en la confianza:
1 – Reconocimiento
Al reconocer los logros y el trabajo bien hecho del equipo de forma pública, o al dar un feedback personal positivo produce la liberación de oxitocina y la segregación de dopamina. Ambas sustancias se producen en el aprendizaje y en particular la dopamina ayuda a la memoria.
El uso de refuerzos positivos motivará al trabajador de forma inconsciente a realizar, siempre que pueda, un trabajo excelente.
2 – Expectativa
Una manera de motivar al equipo es proponer nuevos retos y objetivos. Así, si el equipo afronta un desafío alcanzable, el cuerpo produce oxitocina, aunque exista el riesgo de poder fallar. La cuestión es que debe ser algo que se pueda cumplir en el tiempo establecido trabajando duro.
3 – Aceptación
En la experiencia del trabajo en equipo nos enfrentamos a los desafíos de enseñar, aprender, liderar y ser liderados, convivir con las diferencias y atravesar los errores.
La libertad que dispongan los integrantes del equipo para actuar, innovar, equivocarse y aprender determinará qué tipo de equipo formamos. Un mayor grado de aceptación provoca la liberación de oxitocina y la reducción del estrés de manera simultánea. A su vez, esta práctica promueve una mejora en el rendimiento del equipo.
4 – Empoderamiento
Los líderes deben aprender a potenciar la autonomía de los colaboradores, al hacerlo se crea un lugar de trabajo participativo.
Ejemplos de esta conducta podría ser la elección de los proyectos en los que se desea trabajar, la elección de cómo se distribuyen las horas de trabajo, o inclusive el lugar desde el que se trabaja (home office).
De este modo, en lugar de liderar al equipo ordenándolos a normas, se les plantean metas a cumplir y se les deja autogestionar el método de trabajo.
5 – Generosidad
Compartir información de forma abierta con todos los compañeros reduce el estrés en el equipo. Precisamente el estrés crónico suele deteriorar la confianza. La confianza se incrementa cuando se participa activamente a los colaboradores de los planes y acciones a realizar.
6 – Empatía
La empatía facilita la creación de relaciones positivas entre compañeros. El estudio de Paul Zak corrobora que haciendo esto daña la fidelización y la productividad.
La empatía con su equipo contribuye a que los niveles de oxitocina aumenten de manera considerable.
Por eso es que las iniciativas como pagar a los trabajadores voluntariados en la comunidad, crear una guardería para los hijos de los empleados o permitir traer las mascotas al lugar de trabajo favorecen un ambiente donde se estimula la empatía.
7 – Inversión en desarrollo
La empresa que invierte en el crecimiento de sus trabajadores, no solo genera mejores profesionales, sino que también aumenta el nivel de compromiso en el trabajo. Y aquellas personas que crecen personalmente dentro de la compañía ponen sus corazones en su trabajo y están totalmente comprometidos con las metas de la empresa.
8 – Honestidad
Los líderes honestos muestran su lado vulnerable y de apertura a escuchar. De modo que, al ser vistos como personas falibles con sus puntos fuertes y débiles los colaboradores los consideran confiables.
Como líderes no damos órdenes, sino que hacemos pedidos y el esa coordinación de acciones nos interesamos por las opiniones de los colaboradores del equipo y cuando la decisión está tomada, el líder asume las consecuencias, sean estas positivas o negativas.
Para finalizar tengamos en cuenta que la autoconfianza, la confianza interpersonal y la confianza social son tres facetas de la confianza, así como también tres competencias a entrenar para ser más efectivos en el dominio profesional y ser más felices lo personal.
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